miércoles, 13 de agosto de 2014

Los cristianos huyen del horror yihadista: «Me arrancaron un ojo por no convertirme al islam»

Quienes escaparon relatan las atrocidades de los radicales islámicos

Día 12/08/2014 -



El jardín de la iglesia de Mar Yusuf parece el escenario de una feria: corretean los niños y la gente se arremolina alrededor de los puestos donde sirven comida y agua, o se tumba a la sombra de las palmeras y tiendas improvisadas con mantas. Pero todos ellos vienen del infierno. Son cristianos que huyen del horror implantado por los yihadistas en las localidades que han conquistado en el norte de Irak.
«Escapamos en cuanto entraron en el pueblo», explica Loay Korkis, quien hace una semana huyó con su familia de la ciudad asiria de Bartella. Uno de sus parientes trabajaba con el servicio de seguridad kurdo, lo que les exponía a las represalias de los yihadistas. «Si llegamos a quedarnos media hora más, ya estaríamos muertos», asegura. Los Korkis -un clan de unas cincuenta personas- ya habían huido de Bagdad en 2006. Entonces empezaron de cero, y ahora lo han perdido todo. «Lo quemaron todo, nuestras pertenencias, nuestras casas. Entraron en casa, robaron lo que quisieron y quemaron todo lo demás», indica Loay, señalando dos bolsos negros de plástico. «Esto es todo lo que nos queda», se lamenta.
En Bartella trabajaba también Hussam Qiriakos, que hace años ejerció de traductor en un puesto de control de las tropas estadounidenses y habla inglés con un fuerte acento norteamericano. Durante varios años ha estado esperando uno de los visados especiales para los trabajadores que cooperaron con el Ejército de EE.UU. sin éxito. Hasta que la desgracia le alcanzó.
Cuando el pasado 7 de agosto la ciudad cayó en manos de Estado Islámico, huyeron a toda prisa en un coche hasta Erbil. «No podíamos quedarnos allí», dice. Todo el dinero ganado con las tropas estadounidenses -decenas de miles de dólares, asegura- se quedó en Bartella, igual que los ahorros de varios miembros de su familia.
Ellos, al menos, escaparon ilesos. Mujlis Yusef Yajub no puede decir lo mismo. Apenas tiene 35 años, pero aparenta muchos más. El día que los yihadistas tomaron su pueblo, no tuvo tiempo de huir. «Nos habían dicho que no pasaba nada, que no había peligro, que no iban a llegar hasta aquí. Pero cuando atacaron, las autoridades huyeron y nos abandonaron».
Mujlis trabajaba como cuidador de la iglesia local. Nos cuenta cómo los yihadistas empezaron a golpearle mientras le exigían que se convirtiera al islam. Amenazaron con matar a su mujer y a sus hijas. «Cuando les dije que jamás lo haría, me arrancaron un ojo con un cuchillo», relata. Después le llevaron a una antiguo edificio oficial abandonado y le dejaron allí, ensangrentado, sobre el suelo.
Yajub cojea severamente de una pierna, fruto de las palizas sufridas durante su cautiverio. En cierto momento, uno de los comandantes del Estado Islámico ordenó que le dejasen en paz. Según su relato, los yihadistas le dieron 10.000 dinares para comida y un poco de agua, y le ordenaron marcharse de allí. A otras familias de su pueblo, los radicales les han impuesto un diezmo de 200 dólares por cabeza a cambio de «protección», un concepto llamado «dhimma» tomado del derecho islámico, pero que en estos días sirve para financiar a las milicias yihadistas.

Desbordados

Las iglesias siriaca y ortodoxa están cooperando en la asistencia a los refugiados, pero los templos de Erbil están desbordadas por la súbita llegada de tantas personas. Joseph Tomas, el arzobispo caldeo de Kirkuk -una ciudad que las autoridades kurdas tomaron bajo su control hace dos meses- afirmó recientemente que la situación en el norte de Irak es «catastrófica, una crisis más allá de lo imaginable», y pidió al Consejo de Seguridad de la ONU que intervenga para salvar lo que queda de la presencia cristiana en este país. Ayer, estos desplazados se manifestaron en Erbil frente al consulado estadounidense para pedir una angustiada respuesta sobre su futuro: exigen saber si se les permitirá emigrar, o, en caso contrario, si alguien les protegerá si la situación empeora. Otros piden una acción contundente contra los radicales.
«Teníamos tierras, teníamos trabajo, casa. Ahora no tenemos nada. Por eso, la mayoría queremos volver a nuestros hogares. Si nos marchamos a otro país, esos sujetos del Estado Islámico se quedarán con todo», afirma el estudiante Maher Salem.
Pero para Loay, la única solución es que algún país, «tal vez España», les acepte como refugiados. «Aquí todo el mundo quiere marcharse. Tenemos miedo de que, incluso si podemos regresar a nuestras casas, vuelva a suceder lo mismo dentro de unos meses», asegura. «Queremos una vida para nuestros hijos, y aquí no tenemos futuro».
Fuente: ABC
Edición:Gabinete de Comunicación Iglesia Anglicana de España (IERE)

 

Líder anglicano de Bagdad

 llora a niño

 ‘partido en dos’ por el EI

 
Líder anglicano de Bagdad llora a niño ‘partido en dos’ por el EI
Un miembro del Estado Islámico.
Yihadistas del Estado Islámico imponen leyes brutales en áreas que ocupan de Irak. En todas las comunidades realizan abusos, humillaciones, torturas y asesinatos.
10 DE AGOSTO DE 2014, BAGDAD



White, vicario de la comunidad anglicana de Bagdad afirmó que un niño cuya familia era miembro de su comunidad "fue cortado en dos" (degollado y decapitado) a manos del Estado Islámico. Era el hijo de un miembro fundador de la iglesia anglicana en Bagdad que fue brutalmente asesinado durante un ataque del Estado Islámico en la ciudad cristiana de Qaraqosh.

"Qaraqosh es un pueblo cristiano y siempre ha sido un objetivo del Estado Islámico," dijo White. "Ellos [el Estado Islámico] atacaron la ciudad. La bombardearon, dispararon contra la gente" , señaló.

Pero lo peor para él a nivel personal, como relata en una entrevista ofrecida al servicio de noticias de la comunidad anglicana, es que acababa de estar con el padre de un niño iraquí. "Estoy a punto de llorar, porque  he tenido a alguien en mi habitación cuyo hijo pequeño fue cortado en do s".

El padre del niño fue uno de los miembros fundadores de la iglesia en el año 1998, cuando llegó a Bagdad. "Este hombre, antes de desplazarse al norte de Irak para reunirse con su familia era quien cuidaba la iglesia anglicana".

Bagdad es parte de la Diócesis de Chipre y del Golfo Pérsico, que está incluida en la Iglesia Episcopal de Jerusalén y Oriente Medio, una iglesia miembro de la Comunión Anglicana. El Estado Islámico ha convertido la localidad en un lugar de terror.

La familia del niño, junto con muchos otros ciudadanos, han huido ahora a Irbil. Sin embargo, informes de prensa sugieren que puede ser el próximo destino del Estado Islámico.

CATÁSTROFE HUMANITARIA
La toma violenta de localidades de Irak por parte del Estado islámico amenaza con provocar lo que las Naciones Unidas ha dicho que sería una "catástrofe humanitaria" en la atribulada nación. 

White explica que los anglicanos han estado trabajando duro para ofrecer todo el apoyo posible a los cristianos que han huido de Mosul y Nínive, al norte, así como los muchos otros grupos minoritarios atacados por el Estado Islámico.

"Los anglicanos están, literalmente, a la vanguardia de ayudar en esta situación", dijo y agregó que la iglesia está suministrando alimentos, agua, alojamiento y otros artículos de socorro gracias a los donativos que reciben desde el extranjero. Las actividades de la iglesia están dirigidas por un musulmán, el Dr. Sarah Ahmed.

"Necesitamos dos cosas: la oración y el dinero. Con los dos podemos hacer algo. Sin esos no podemos hacer nada ", aseguran al servicio de noticias de la comunidad anglicana.

Muchas personas han manifestado su apoyo a los cristianos perseguidos en Irak cambiando sus logos en los medios sociales por el símbolo árabe "N" que significa “Nazareno”, el término que ISIS utiliza para identificar los hogares cristianos.

PERSEGUIDOS, TORTURADOS, VENDIDOS COMO MERCANCÍA
Los yihadistas del Estado Islámico imponen sus leyes medievales en las áreas que ocupan el centro y norte de Irak, incluyendo Mosul. En todas las comunidades realizan abusos y humillaciones, especialmente en la comunidad cristiana. 

Los cristianos que viven en esta zona desde hace 2.000 años, están ahora despojados de sus posesiones y expulsados de sus hogares. Los que se resisten son ejecutados.

La peor parte la tienen las mujeres, que explican que son conducidas al zoco de Mosul, como si de un rebaño se tratara, para ser vendidas en subastas como esclavas.
 
Fuentes: lainformacion.com
Editado por: Protestante Digital 2014

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