martes, 25 de diciembre de 2012

Carta Ecuménica del Arzobispo Rowan Williams a las Iglesias


LR: el arzobispo Vincent Nichols, arzobispo Rowan Williams, reverendo Michael Heaney, Obispo Jana Jeruma-Grinberga, Arzobispo Gregorios


Viernes 21 de diciembre 2012
En su Carta de Navidad ecuménica a los representantes de las otras Iglesias y comuniones cristianas mundiales, el arzobispo Rowan Williams habla de la difícil situación de las personas desplazadas por la pérdida de la vivienda, la seguridad y la ciudadanía y que ello implica un mayor riesgo de violencia, abuso, hambre, enfermedad y muerte.


Queridos amigos:
"José se levantó, y tomó al niño ya su madre, y
se fue esa noche para Egipto "( Mateo 2,14).
Dado que los conflictos locales en todo el mundo se multiplican, el riesgo y la realidad de millones de personas desplazadas se vuelve cada vez más una parte del desafío mundial que todos enfrentamos. La reanudación de los combates en la República Democrática del Congo, los problemas no resueltos en el Sudán, la interferencia militar agresiva desde fuera de Sudán del Sur y dentro por las milicias en guerra , el caos continúa y el derramamiento de sangre en Siria - todas éstas y muchas otras crisis seguir llevando a la gente fuera de su hogares y sus países. Los últimos setenta años han visto más refugiados, probablemente, que nunca antes en la historia de la humanidad, y hay pocas señales de que esta tendencia se revertirá pronto.
El perder una casa y un terreno es perder la seguridad de ser un ciudadano, o al menos de tener una comunidad a la que todo el mundo sabe que perteneces. Si eres joven, porque perderás años vitales de oportunidades educativas. Si eres una mujer, especialmente una mujer que trabajas por tu cuenta, tendrás un mayor riesgo de violencia y abuso. Si eres viejo o estás enfermo, quizás veas la muerte de cerca. Para todos, es estar más en peligro ya sea por el hambre y las enfermedades. Y a menudo, más trágico, es ser objeto de sospecha, prejuicio porque es lo peor en los países donde se encuentran.
Jesús y su familia conocían la tragedia de la falta de vivienda. Y muchos han meditado sobre el hecho de que el acontecimiento mismo de la venida de Dios entre nosotros como un ser humano se puede entender como Dios mismo siendo un 'desplazado', al ser un vagabundo lejos de casa - en situación de riesgo, que viven en medio de la gente en riesgo. El don inefable que da a la Navidad es el regalo de celebrarse siempre en casa pese a que siempre estemos tentados a traicionar y abandonarle a Él. Cuando el escritor a los Hebreos habla del discipulado, que utiliza el lenguaje de ir "fuera de la puerta" a donde Jesús sufre, y recuerda a sus lectores que no tenemos una ciudad permanente en la tierra para vivir ( Hebreos 13.12-14). Nuestro seguimiento de Jesús significa seguirlo más allá de las fronteras de nuestra comodidad, que le sigamos a donde nos encontremos con otros exiliados, otros que no tienen hogar y que son rechazados.
Espiritualmente, debemos prepararnos para el viaje, quitando los hábitos triviales y cómodos que todos nosotros desarrollamos en nuestra práctica de la fe y renovar nuestro compromiso de seguir la Palabra encarnada. Y entonces tenemos que resolver esto con la acción - con nuestra propia voluntad de estar al lado de los desplazados, para trabajar devotamente con todos los que defienden los derechos y la dignidad de los que no tienen tierras o medios de subsistencia, y para hablar por ellos y servirles en todo lo que puedamos. Nuestras iglesias no deben ser lugares en los que refugiarse en el alivio y la seguridad de estar con la gente que más nos gusta. Deben ser lugares donde nos encontramos con el "exilio divino" que nos invita a seguirlo y llevar esperanza a los desplazados y desposeídos - donde aprendemos algo de su propia libertad para estar al servicio de todos los necesitados y el dolor.
Que Dios nos lleve más allá de las puertas de nuestra comodidad para estar con Jesús, y que Él nos mantenga siempre despiertos para ver la realidad de la enfermedad y el sufrimiento que nos rodea. A todos los que participan en la vigilancia y el servicio del pueblo peregrino de Dios, en camino hacia la Jerusalén celestial, deseo -por última vez como arzobispo de Canterbury- la bendición del Señor Encarnado, en la comunión de su Espíritu Santo.
+ Rowan Cantuar:
Desde el Palacio de Lambeth, Londres 21 de diciembre 2012
Fuente: Palacio de Lambeth
Edición: Gabinete de Comunicación-Iglesia Anglicana de España (IERE)

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