viernes, 16 de noviembre de 2012

Mensaje del 94º Sínodo Diocesano de la Iglesia Lusitana


El 94 Sínodo de la Iglesia Lusitana Católica Apostólica Evangélica se reunió en la parroquia del Salvador del Mundo, en Vila Nova de Gaia, entre los días 1 al 3 de noviembre, teniendo como lema una expresión de Jesús a sus discípulos ''SOY YO; NO TEMÁIS'' (S.Juan, 6:20).

La apertura solemne del Sínodo comenzó con un servicio eucarístico durante la celebración de la Fiesta de Todos los Santos, durante el cual se procedió a la ordenación de un diácono. La agenda de los trabajos constaba, entre otros asuntos,  de distintos asuntos de carácter interno, elecciones para los diferentes cargos y, muy especialmente la elección de un nuevo obispo diocesano, debido a la dimisión de D. Fernando Soares al haber llegado a la edad de jubilación establecidos por los cánones de la Iglesia.

 El Sínodo discurre en una época marcada por profundos cambios y desafíos, no sólo para la vida eclesial sino que también para la vida del país. En este contexto , dejó claro que la Iglesia, en cuanto que parte del Cuerpo de Cristo está entroncada con las circunstancias de cada tiempo y lugar, no puede dejar de vivir profundamente las realidades particulares que todo el pueblo portugués experimenta en estos días.


Efectivamente, como expuso el Obispo en su alocución, Portugal es hoy ''un país devastado que llora y se indigna'', con ''las personas estupefactas por la enormidad de las medidas de austeridad que el gobierno les impone, en nombre del pago de una deuda que la gran mayoría del pueblo portugués no entiende, y que hasta ahora no le fue explicada. El pueblo portugués ha pasado a ser para el gobierno que lo eligió un mero componente de modelos económicos que se manipulan a la luz de ideologías más o menos asimiladas'', notando por ello mismo que '' se pierde el espíritu humano en la gobernación sin que nadie nos explique hacia dónde nos lleva esta actitud del gobierno''.

Además de esta coyuntura, en que las incertidumbres minan la esperanza y la confianza en el futuro, vivimos hoy en la sociedad occidental una mutación sociológica que nos ha llevado a una desvalorización de la presencia de Dios en las instituciones sociales, donde ''la imperante indiferencia religiosa convive con el recrudecimiento de los fundamentalismos'' o a un '' relativismo desordenado que desprecia la necesidad de aceptación de lo absoluto'', como expreso D. Fernando.

En este contexto, la Iglesia Lusitana, que tiene una tradición de estar junto a los más desfavorecidos y frágiles, viene desarrollando, en la medida de sus posibilidades, un trabajo asistencial, a través de las IPSS ligadas a la Iglesia, que desde hace algunos años, a través de un programa diocesano puesto en marcha por las parroquias a través del departamento de mujeres, del Proyecto Esperanza, que tiene como objetivo el apoyo a centenares de familias con carencias, desde una perspectiva no solamente asistencial sino como propósito de ser señal del amor de Dios junto a los que sufren.

Reafirmando esta identidad, que nos reta constantemente a una actuación más eficaz, el obispo diocesano interpeló a la Iglesia: ''tenemos que llevar a cabo una efectiva actitud solidaria en el reparto de lo poco que tengamos entre aquellos que literalmente se van a quedar sin nada'', también el Sínodo reconoció que la Iglesia tiene que ser una señal clara de esperanza y coraje que nos permita caminar ''entre las dificultades con la cabeza alta y determinados'' y con esta postura dar un testimonio inspirador.

Reflexionando sobre el tema de la reunión sinodal, recordaron los participantes que la Iglesia, con su vulnerabilidad y limitaciones, es un espacio privilegiado para hacer crecer la fe y de contestar a esas mismas señales de esperanza y cambio.

''No tengan miedo'', fue la expresión tranquilizadora de Jesús a sus discípulos cuando no lo conocieron, en la noche oscura, caminando sobre las aguas; ''no tengan miedo'' es una afirmación de confianza que la Iglesia debe transmitir al mundo; y este es el reto que también D. Fernando dejó al pueblo de la Iglesia: ''No tengan miedo de pedir para ayudar a otros (en referencia al Proyecto esperanza); de abrir vuestro corazón  a aquellos que precisan de comprensión, de una palabra amiga; de decir la verdad, aunque os perjudique; de luchar por la justicia y la dignidad tanto vuestra como de los demás, al igual que debéis afrontar la incomprensión de los hombres, porque todo ello es parte de la estructura del Reino de Dios en vuestras vidas.''

Entre las diversas decisiones tomadas por el Sínodo destacó la elección del nuevo obispo diocesano, que recayó sobre el actual vicario general, Rvdo Dr. Jorge Pina Cabral, un clérigo de larga experiencia pastoral, de compromiso social y una visión clara del contexto anglicano internacional. Esta decisión, que marca un nuevo ciclo de liderazgo, representa una señal de vitalidad y de reafirmación de la identidad y de los principios fundadores de la Iglesia Lusitana, actualmente, como en 1880, fecha del Sínodo fundador, en la verdad evangélica y en el orden apostólico, defendiendo, siempre en el espíritu de caridad, la unidad en aquello que se tiene por cierto y la libertad en lo incierto, aliados dentro de la amplia tradición anglicana de la que la Iglesia Lusitana es la rama portuguesa de esta Comunión.

En este momento de tránsito del testimonio, el Sínodo no dejo de señalar, naturalmente, este largo y bendecido episcopado de D. Fernando, iniciado en 1980 y que se ha traducido en un periodo de modernización de la Iglesia, adaptación a la sociedad democrática y reafirmación del espíritu de profunda vivencia litúrgica y sacramental que constituye hoy una marca fundamental de la identidad lusitana, garantizando a la Iglesia, al mismo tiempo, un reconocimiento internacional en su dimensión como parte de la familia anglicana. Por todo esto, el Sínodo dio gracias a Dios y agradeció a D. Fernando su profunda dedicación, generosidad y sentido de total entrega a la Iglesia Lusitana.

En tiempo de cambio y de renovación interna, y también de crisis y austeridad, angustia e incertidumbres en la sociedad en que vivimos, la Iglesia Lusitana, que nació también en un contexto de dificultades, miedo y hasta persecución, debe estar al frente como agente motivador de los cambios, de la confianza y de la esperanza. Este es el voto final del Sínodo y motivo de oración al Señor de la Vida.


  

1 comentario:

  1. Mis gracias a D. Fernando Soares (archiconocido) por el tiempo que ha estado al frente de la Iglesia Lusitana, compañera y amiga, y nuestros deseos de un trabajo próspero para la extensión del Evangelio al nuevo Obispo, D.Jorge Pina. Me alegra que la práctica totalidad de las conclusiones del Sínodo vayan en torno a las necesidades actuales del pueblo luso. Pocas veces una iglesia se manifiesta verdaderamente comprometida con el dolor humano, y esta parece ser una de ellas. Tomemos ejemplo, el Señor lo hizo igual.

    ResponderEliminar